Cielo azul y despejado. Sol cálido y radiante. Brisa fresca y agradable. Temperatura en su punto, ni frío ni calor. Parece difícil de creer que todo esto pueda ocurrir un domingo en Miami. Esa ciudad donde el calor achicharra y asfixia y la humedad del verano se hace insoportable en la piel. Sin embargo, gracias a una pequeña y pasajera ola de frío proveniente del norte del país, el clima Miami se vuelve bastante agradable para lo que los habitantes se encuentran acostumbrados.
Hoy salí en mi auto y, a diferencia de todos los demás días que he conducido mi carro, no tuve la necesidad de prender el aire acondicionado de mi vehículo. Ese maldito aire acondicionado del que, como una droga, nadie que diga vivir en el sur de la Florida puede prescindir. Ese bendito aire acondicionado que es de vital importancia que permite la vida humana en condiciones algo más normales y aceptables. Solo me bastó bajar las lunas del carro y dejar que el aire se encargara del resto. Hacía mucho tiempo que no experimentaba ese placer y esa sensación de calma al volante.
Hoy almorcé en el patio de mi casa. La primera vez que hago eso en todo el tiempo que llevo aquí. Admito que se debió a que la cocina se encuentra en remodelación y que el patio es el único lugar viable por el momento dado que todo el primer piso de la casa es un caos total. No habían mosquitos ni ningún otro bicho que me joda la paciencia. Las pequeñas corrientes de viento que aparecían de vez en cuando se encargaron de contrarrestar cualquier intento de incomodidad proveniente del sol. Hasta la comida sabía mejor con una mejor vista y un ambiente al aire libre.
Hoy, a sugerencia de mi tía, abrí por primera vez las ventanas de mi habitación. Una de las ventanas no se abría con facilidad por falta de uso. La manija ya no giraba. Se nota que la última vez que la abrieron fue hace muchos años. Siento que respiro mejor ahora que está entrando aire natural en lugar del aire acondicionado que sale por un ducto en el techo.
Sí así es cada vez que una ola de frío baja hacia el sur de la Florida, por mí que la ola de frío sea bienvenida y se quede para siempre. Sin embargo, sé que lo de hoy no se trata de una verdadera ola de frío; sé que los 68°F (20°C) que marcó el termómetro hoy en la mañana/tarde solo durará ese lapso de tiempo; sé que en estos momentos que estoy escribiendo esta entrada, la temperatura está bajando y seguirá bajando en la noche; sé que mañana la temperatura volverá a subir hasta los rangos infernales de siempre; y sé que la próxima ola de frío hará que me cague de frío cuando la temperatura baje hasta los 10°C.
Hoy salí en mi auto y, a diferencia de todos los demás días que he conducido mi carro, no tuve la necesidad de prender el aire acondicionado de mi vehículo. Ese maldito aire acondicionado del que, como una droga, nadie que diga vivir en el sur de la Florida puede prescindir. Ese bendito aire acondicionado que es de vital importancia que permite la vida humana en condiciones algo más normales y aceptables. Solo me bastó bajar las lunas del carro y dejar que el aire se encargara del resto. Hacía mucho tiempo que no experimentaba ese placer y esa sensación de calma al volante.
Hoy almorcé en el patio de mi casa. La primera vez que hago eso en todo el tiempo que llevo aquí. Admito que se debió a que la cocina se encuentra en remodelación y que el patio es el único lugar viable por el momento dado que todo el primer piso de la casa es un caos total. No habían mosquitos ni ningún otro bicho que me joda la paciencia. Las pequeñas corrientes de viento que aparecían de vez en cuando se encargaron de contrarrestar cualquier intento de incomodidad proveniente del sol. Hasta la comida sabía mejor con una mejor vista y un ambiente al aire libre.
Hoy, a sugerencia de mi tía, abrí por primera vez las ventanas de mi habitación. Una de las ventanas no se abría con facilidad por falta de uso. La manija ya no giraba. Se nota que la última vez que la abrieron fue hace muchos años. Siento que respiro mejor ahora que está entrando aire natural en lugar del aire acondicionado que sale por un ducto en el techo.
Sí así es cada vez que una ola de frío baja hacia el sur de la Florida, por mí que la ola de frío sea bienvenida y se quede para siempre. Sin embargo, sé que lo de hoy no se trata de una verdadera ola de frío; sé que los 68°F (20°C) que marcó el termómetro hoy en la mañana/tarde solo durará ese lapso de tiempo; sé que en estos momentos que estoy escribiendo esta entrada, la temperatura está bajando y seguirá bajando en la noche; sé que mañana la temperatura volverá a subir hasta los rangos infernales de siempre; y sé que la próxima ola de frío hará que me cague de frío cuando la temperatura baje hasta los 10°C.
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