Supongo que alguna vez en sus vidas se habrán preguntado, al igual que yo, por qué siempre se asocia a un cerdo con una alcancía. Si nunca se han preguntado esto, no importa, igual se los diré.
Para analizar el origen de esta asociación, me remitiré a este artículo. Cuenta el autor que en el inglés antiguo, la "y" se usaba para representar a la "u" griega. El sonido original de esa letra en ese entonces no era el del inglés actual; la pronunciación de la "y" era similar a decir "uh" en inglés.
¿Qué tiene que ver toda esta introducción lingüística con una alcancía en forma de cerdo? Pues resulta que en el inglés antiguo se utilizaba la palabra "pygg" para referirse a una especie de arcilla que se usaba entre otras cosas para crear recipientes para almacenar el dinero.
Con el tiempo la pronunciación del inglés evolucionó y la "y" pasó a pronunciarse como una "i". De esta manera el "pygg" del antiguo paso de pronunciarse "pug" a pronunciarse "pig". La vasija de arcilla se convirtió en una alcancía con forma de cerdo a partir del siglo XVIII.
Existe una alta probablidad de que todos, o casi todos, nosotros hayamos tenido una de estas alcancías de niño. La única manera de saber cuánto dinero había dentro de la alcancía era rompiéndola. Más adelante, aparecieron alcancías de plástico o de cerámica con un orificio de salida cubierto con un tapón por donde se podía retirar el dinero sin tener que recurrir a la violencia.
Sin embargo, las alcancías no fueron ajenas al desarrollo tecnológico. Hoy en día podemos encontrar alcancías digitales que contabilizan de manera automática las monedas que se insertan.
En el siguiente video pueden ver cómo funcionan:
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