Como muchos ya sabrán, el Senado estadounidense aprobó finalmente la tan esperada y discutida al mismo tiempo Reforma de Salud. Tuvieron que pasar 104 años para que la clase política llegara a un "acuerdo" al respecto.
Lo que busca el Presidente Barack Obama con esta reforma es que absolutamente todos los ciudadanos tengan acceso al servicio de salud. Naturalmente ésta es una gran ayuda para las numerosas familias que no cuentan con los recursos para cubrir los altísimos costos que representa el rubro de salud en su presupuesto familiar.
Sin embargo, no todo es color de rosa luego de que esta ansiada reforma ha sido aprobada. Escuchando opiniones de los propios médicos, me doy con la sorpresa de que los mismos responsables de velar por la salud de los pacientes se oponen a esta reforma. Sus argumentos son interesantes y dignos de considerar.
- Ahora las personas podrían acostumbrarse a ir al establecimiento de salud más cercano para cualquier tontería que se puede solucionar con una simple pastilla. Esto podría tener un impacto negativo en la atención de los pacientes porque se estaría perdiendo mucho tiempo en atender a quienes quizás no requieran atención en deprimento de quienes sí necesitan atención urgente, pero tienen que esperar en la cola.
- Al aumentar el número de pacientes, la calidad de la atención disminuría considerablemente debido a que podría darse el caso en que el personal presente no pueda darse abasto para atender a todos los pacientes.
- Otro potencial problema es que quienes atiendan a los pacientes no sean los mejores médicos, sino sus asistentes o personal de menor capacitación y experiencia. Esto se podría dar especialmente en el caso de las cirugías mayores donde se requiere la presencia de cirujanos experimentados.
Todo esto es sin duda un juego de números: cantidad versus calidad. ¿Pretende Obama sacrificar la calidad de la atención? No lo creo. Pero sin duda éste será uno de los mayores problemas que la reforma debe solucionar. ¿Qué opinan al respecto?
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