Desde que la Abilene Christian University decidió hacer de un iPhone o un iPod Touch una herramienta esencial para las clases de los alumnos recién ingresantes a comienzos del 2008, el mundo de la educación superior está dando un giro no pensado.
Una herramienta de ese tipo representaría un cambio radical en el sistema de aprendizaje de los alumnos. Para ello, se han desarrollado diversas aplicaciones para que los estudiantes puedan recibir alertas, realizar consultas académicas y financieras, resolver evaluaciones, descargar material de clases, reproducir el video de la clase, etc.
Siguiendo la tendencia, un año después, la Escuela de Periodismo de la Universidad de Missouri anuncia que la posesión de un iPhone o un iPod Touch es obligatoria para las clases. Adicionalmente, hace algunos días atrás, la universidad Aoyama Gakuin de Tokio anuncia la repartición de 1000 iPhones entre sus alumnos. Lo curioso de este último caso no es la entrega gratuita de los equipos, sino el uso principal que le quieren dar: ubicar a los alumnos ausentes.
Se sabe que el iPhone viene con localizador GPS que permite saber la ubicación actual del equipo. Lo que la universidad japonesa desea hacer es utilizar el iPhone para la toma de asistencia de los alumnos. Hasta el momento la forma tradicional es que los alumnos firmen una hoja de asistencia. Pero si un alumno desea faltar a la clase, solo debe pedirle a algún compañero que firme la lista por él o ella y asunto arreglado. Con un iPhone, esto ya no será necesario porque el docente puede saber si un alumno se encuentra o no dentro del aula.
Sin duda alguna, el desarrollo y aplicación de la tecnología está revolucionando el campo de la educación. Cuando me aceptaron en la maestría de negocios de la Universidad Internacional de Florida, me exigieron contar con una computadora portátil desde el primer día de clases. Me pregunto si en un futuro no muy lejano exigirán además contar con un iPhone, y si su uso se extenderá también a los colegios.
Una herramienta de ese tipo representaría un cambio radical en el sistema de aprendizaje de los alumnos. Para ello, se han desarrollado diversas aplicaciones para que los estudiantes puedan recibir alertas, realizar consultas académicas y financieras, resolver evaluaciones, descargar material de clases, reproducir el video de la clase, etc.
Siguiendo la tendencia, un año después, la Escuela de Periodismo de la Universidad de Missouri anuncia que la posesión de un iPhone o un iPod Touch es obligatoria para las clases. Adicionalmente, hace algunos días atrás, la universidad Aoyama Gakuin de Tokio anuncia la repartición de 1000 iPhones entre sus alumnos. Lo curioso de este último caso no es la entrega gratuita de los equipos, sino el uso principal que le quieren dar: ubicar a los alumnos ausentes.
Se sabe que el iPhone viene con localizador GPS que permite saber la ubicación actual del equipo. Lo que la universidad japonesa desea hacer es utilizar el iPhone para la toma de asistencia de los alumnos. Hasta el momento la forma tradicional es que los alumnos firmen una hoja de asistencia. Pero si un alumno desea faltar a la clase, solo debe pedirle a algún compañero que firme la lista por él o ella y asunto arreglado. Con un iPhone, esto ya no será necesario porque el docente puede saber si un alumno se encuentra o no dentro del aula.
Sin duda alguna, el desarrollo y aplicación de la tecnología está revolucionando el campo de la educación. Cuando me aceptaron en la maestría de negocios de la Universidad Internacional de Florida, me exigieron contar con una computadora portátil desde el primer día de clases. Me pregunto si en un futuro no muy lejano exigirán además contar con un iPhone, y si su uso se extenderá también a los colegios.